Fue uno de los Bernoulli, Johann, quien a finales del siglo XVII empezó a utilizar símbolos especiales para representar funciones. En una carta a Leibniz le comentaría que prefería utilizar las letras mayúsculas correspondientes a los nombres de las varibles para así liberar a la memoria de tener que recordar de qué variable es cada función.

Más tarde, en 1718, simplificaría las cosas utilizando la letra griega φ (léase «fi»), precursora de nuestra «f», de modo que si φ era una función de x escribía φx.

Sería Euler, una vez más, quien en sus Commentari de San Petersburgo de 1734 dejaría las cosas tal y como están hoy al utilizar como nombre genérico para las funciones la letra «f» e indicar la variable entre paréntesis.

 

f(x)

Fuente: A History of mathematical Notations, #642 y #643; Boyer, p.557.