Hoy día de San Valentín quiero hablaros de las Matemáticas aplicadas a las emociones.
Viendo una presentación de PBL (Aprendizaje Basado en Problemas) realizada por profesorado del Colegio Sagrado Corazón de Coria (Cáceres), he descubierto una forma útil y motivadora para que nuestro alumnado comprenda a la hora de iniciarse en el Álgebra el significado de lo que es una variable , lo que hay que hacer a la hora de despejar, cuando una magnitud es directa e inversamente proporcional y todo ello desarrollando la inteligencia emocinal.
La idea de estos docentes surge a raíz de la lectura del libro “Aprendizaje Inteligente” de Montserrat Del Pozo, el cual recomiendo y si tenéis tiempo podéis ver a Montserrat en acción en multitud de vídeos en Youtube. Seguro que aprendéis un montón.
Partiendo de la metodología PBL, se presenta al alumnado un problema de la vida real y se inicia un proceso de investigación que les lleve a buscar posibles soluciones.
Uno de los problemas que plantean afirman que todo en la vida se puede poner como una expresión algebraica, y, por supuesto, también las emociones.
El trabajo consiste en encontrar expresiones algebraicas que contengan variables matemáticas, cuantas más mejor, que intervengan en una emoción concreta, disponiéndolas para que sumen, resten, multipliquen, dividan según su participación en dicha emoción.
También se pueden utilizar potencias y raíces.
Un ejemplo sería esta expresión algebraica para la amistad:
S = Simpatía, C = Conversación, T = Timidez, P = Puntualidad, E = Egoísmo.
Hoy día de San Valentín, encontramos esta expresión para el amor:
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